Fue posible direccionar mis actitudes de acuerdo con la expectativa y la esencia de cada uno y todo fluyó de un modo mucho más tranquilo.

El alma humana vive entre la simpatía y la antipatía. Es común que simpaticemos con lo que nos sentimos identificados, con lo que nos complementa, con lo que admiramos y nos causa antipatía o aversión aquello que es diferente a nosotros. De acuerdo con mi estilo, puedo simpatizar o antipatizar con personas aparentemente lentas, las que son demasiado organizadas, las que hablan demasiado, las que llevan todo al terreno personal, las que parecen impersonales y agresivas, y finalmente con las que parecen frías e impersonales.

 

En realidad las antipatías surgen sobre todo porque tenemos diferentes culturas, valores y prejuicios. Cuando a través del auto conocimiento, comprendemos que las personas son distintas y que cada una con su propio estilo es importante, seremos capaces de desarrollar la tolerancia, valorar todos los estilos e incluir a todas las personas en nuestro mundo.